jueves, 1 de marzo de 2012

El trabajo del mes

Después de haber leído “Retornamos como sombras” que comenté en la entrada anterior, compré dos libros reportados como novelas de la Revolución Mexicana: “El luto humano”, de José Revueltas y “Tomochic” de Heriberto Frías. El libro de éste último resultó no ser de la revolución, sino bastante anterior, pues trata de un suceso real sucedido en 1892, el exterminio de un pueblo en la sierra de Chihuahua por el ejército porfirista, dieciocho años antes de que iniciara el levantamiento de Madero. “El luto humano” es una novela que me parece muy buena: bien escrita y capaz de provocar sentimientos profundos, aunque la mayoría depresivos. Sí habla de la revolución, trata algo de sus orígenes, tiene dos personajes que intervinieron en ella y narra el establecimiento de un distrito de riego, resultado de la lucha, que termina fracasando.
¿Por qué leer novelas de la revolución? Aunque el libro que pretendo escribir no trata principalmente de ella, sí tiene su arranque ahí, al menos en lo que hasta ahora he escrito. Es interesante para mi notar que no comparto toda la visión que José Revueltas plasma en “El luto humano” sobre la Revolución Mexicana y desde luego mi visión está más alejada de la que expone Mariano Azuela en “Los de abajo”. El movimiento revolucionario fue muy complejo y más complejas sus secuelas. Durante todo el siglo veinte, en las diferentes etapas de la revolución, sucedieron muchas cosas y  al leer los libros que cito, me doy cuenta que mi narración tambén está apegada a lo que seguramente sintieron y vivieron muchos de los simples soldados que pelearon en las filas revolucionarias, sobre todo en las de Pancho Villa, y siguieron posteriormente sus vidas guiados por los principios revolucionarios que los llevaron a ingresar a la lucha desde temprana hora.
Tengo que seguir leyendo a otros autores que me sirvan de contrapunto para aquilatar si lo que he escrito es suficiente, si tengo que cambiar algo o mucho o si tengo que escribir más sobre el tema y por que derroteros.